Luis Herrera Romero 20 setiembre 2020
Los resultados obtenidos en la votación de la vacancia presidencial, donde furibundos discursos parlamentarios, que destruyeron moralmente al Presidente de la República por su participación en el audio de la obstrucción, se transformaron en votos a su favor o abstenciones por considerar que “no podemos agravar la crisis económica y sanitaria que vivimos”, nos coloca como sociedad frente a un debate de fondo; ¿Qué es más importante, los valores o los resultados?
Esta discusión no es nueva; en la Alemania Occidental, post II Guerra Mundial, se discutió por mucho tiempo, que quienes subvirtieron el derecho, la administración pública y las fuerzas armadas para ponerlas a disposición de la ideología totalitaria del régimen nazi, no fueron gánsteres, ni asesinos confesos; sino fueron; abogados, jueces, ingenieros, funcionarios, académicamente bien formados, que simplemente brindaron su apoyo para mantener o conseguir un beneficio personal; mantener su puesto u obtener un ascenso, lo que Hannah Arendt llamó la “banalidad del mal”, situación que se mantuvo “hasta que se llegó a un punto en el que ya no podía pasar nada peor”, refiriéndose a la implementación de la solución final y la existencia de los campos de exterminio.
Este ejemplo histórico, gráfica los riesgos de mantenernos callados frente a la dicotomía planteada; preferir el sostenimiento de un gobierno que miente por el cálculo político o simplemente el beneficio personal; nos coloca ante la degradación acelerada de los valores ciudadanos y personales, lo que se constituye en la antesala a la formación de regímenes totalitarios, como fue el caso de la Alemania Nazi o actualmente la Venezuela de Chávez que se envalentonan y siguen copando el Estado por el silencio de quienes pueden oponerse; por ello, ¿hasta dónde permitiremos que el gobierno mienta?, ¿hasta dónde nos mantendremos en silencio frente al comportamiento totalitario de un gobierno?
Considero que no podemos mantenernos en silencio, debemos participar en las elecciones, como candidatos o electores, debemos combatir estas posiciones anti valores, aquello es una obligación personal, no sea que en el futuro nos pregunten ¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué colaboraste con tu silencio?
Es la hora de actuar.